octubre 20, 2016

Cachorros

Desde lo alto del risco, me dedicaba esa mañana a observar el mar de cabezas inquietas y bulliciosas en el valle. Los más grandes pasaban directamente a sus guaridas mirando con curiosidad a los recién llegados.

Y los recién llegados miraban todo con atención, sus rostros demostraban ansiedad, temor o curiosidad, y algunos se juntaban en grupos al reconocerse como parte de una misma camada.

La matriarca dió la señal, y rápidamente nos desplazamos hasta los lugares señalados y comenzamos a formar los grupos con cortos pero potentes rugidos.

Cuando terminamos miré con seriedad y atención la nueva camada a mi cargo, con un gesto me siguieron por los senderos y subimos hasta la mitad del risco, donde pasaríamos las siguientes cuatro temporadas preparándolos para enfrentar el desértico paraje que tenemos por hogar.

Sin emitir sonido los hice entrar y me ubiqué frente al grupo.

- Buenos días, me llamo Leonardo y seré su profesor jefe por los próximos dos años.

Han transcurrido casi dos años desde ese día, y tengo sus rugidos grabados en mis oídos, sus sueños y anhelos del futuro pegados en mi espíritu y sus garras y colmillos marcados en el alma. Para siempre.

1 comentario:

  1. El inicio de algo nuevo (Nathaly Luciano)

    Ha llegado el día, el día que todo estudiante no quiere que llegue: volver a clases. Volver a la rutina.

    Nos alistamos para lo inevitable, nos alistamos para estudiar.

    Llegamos y nos damos cuenta de que primero hay que atravesar un túnel de ojos.

    Tratamos de buscar con la mirada alguna cara familiar; algunos lo logran, otros no.

    Llaman nuestros nombres para formar los nuevos grupos, y finalmente al profesor asignado para el curso.

    El nos dirige a la que será nuestra sala por los próximos dos años.

    -Buenos días.
    -Buenos días, profesor.
    -Me llamo Leonardo, y voy a ser su profesor jefe estos dos años.

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